El padre del menor, Domingo Castilla, pide a la Consejería de Educación una solución en el mismo centro para su hijo. Tiene una lesión en un pie que le impide bajar y subir tantas escaleras
Un alumno de 4º de la ESO, de 16 años, se ha visto obligado a dejar de ir a clase por las barreras arquitectónicas del centro en el que estudia, el IES Casas Nuevas. Así lo denuncia su padre, Domingo Castilla, que no entiende cómo en pleno siglo XXI, y pese a la normativa que lo exige, todavía existan recintos educativos que incumplen las mínimas condiciones de accesibilidad. «Es verdad que tiene una rampa para entrar al centro, por eso te engaña y te crees que está adaptado, pero luego está lleno de escaleras y no hay ni un ascensor para bajar y subir de planta». Lleva en casa desde el viernes de la semana anterior a la de carnaval, protesta su padre, que atribuye a las barreras del instituto que se le haya agravado la enfermedad crónica que sufre el niño y que, por si fuera poco, se le haya complicado la recuperación de la última intervención quirúrgica a la que se sometió.
El hijo de Domingo padece una dolencia degenerativa de las consideradas raras que recibe el nombre de polineuropatía sensitivomotora desmielizante de tipo 1, de intensidad, además, severa. Esta patología le genera ciertos problemas en las extremidades inferiores que le han obligado a pasar varias veces por quirófano. La última consistió en la retirada de un bulto en la planta del pie derecho. «En llano va bien, pero las escaleras le suponen un esfuerzo que le ha pasado factura», se queja el padre. Hace dos semanas empezó a sufrir fuertes dolores que casi le imposibilitaban caminar. «La herida de la operación está perfecta, pero al lado le ha salido como una mancha oscura que es el testigo de que se le han dañado los nervios». Por lo pronto, el cirujano ortopédico que lo trata le ha mandado reposo absoluto. «Al menos hasta dentro de 15 días».
Advierte Domingo de que este problema con las escaleras es reciente, porque hasta el curso anterior no eran los alumnos los que se movían cada vez que cambiaba la asignatura, sino que eran los profesores los que entraban y salían de cada clase. «Eso lo cambiaron y ha perjudicado a los chiquillos con discapacidad, como mi hijo, que me ha dicho que hay días que baja y sube escaleras hasta seis veces». Hay dos, y aunque les advierten de que una es para subir y otra para bajar, los críos no hacen caso y mi hijo se tiene que agarrar para no caerse o que no lo tiren.
Castilla tramitó por registro electrónico una petición a la consejería de Educación para que los profesores acudan a darle clase en su casa mientras el niño no pueda moverse, como ya han hecho otras veces, y hasta que no doten al centro de un elevador o similar para garantizar su accesibilidad y la del resto de niños con discapacidad. «Pero ni siquiera me han contestado», se queja. Molesto, contactó también con el Ministerio de Educación, igualmente sin éxito. Incluso recurrió a mandar mensajes privados en la página de facebook de la consejería, la misma vía que usó meses atrás para quejarse de que no le habían llegado los libros de texto para el niño, a los que tiene derecho por una ayuda del Gobierno canario, y que sirvió para resolverlo. Esta vez ni eso, se queja.
Al menos pide que le den una alternativa hasta que garanticen la accesibilidad del centro. «Lo ideal sería que hasta que no pongan un ascensor o similar, que vuelvan al sistema de antes con la clase de mi hijo y que sean los profesores los que se muevan».
Fuente: Canarias 7