Gilberto Torres, deportista del Club Ademi y con una minusvalía del 91%, ruega una solución urgente después de tres meses viviendo en La Salud en condiciones insalubres por la rotura de un desagüe
De ser activista por los derechos de las personas con discapacidad, a sufrir, en primera persona, cómo a los obstáculos físicos se suman no solo los fortuitos, tras la rotura de una tubería bajo dos viviendas cercanas, sino también los burocráticos. “Esto me tiene desbordado”, lamentó Gilberto Torres ayer a DIARIO DE AVISOS, que con una discapacidad del 91%, lleva tres meses sufriendo la inundación de su domicilio, ubicado en el barrio de La Salud, un hecho que incluso ha llevado al área de Sanidad del Ayuntamiento de Santa Cruz a calificar la vivienda como “espacio habitacional insalubre”.
La pesadilla de Torres comenzó el pasado 10 de noviembre, cuando notó que “un poco de agua” comenzaba a entrar por un hueco de su cocina. El día 13 del mismo mes la habitación quedó inundada, y otros tres días más tarde, el agua de alcantarillado afectó a todo el domicilio alcanzando una altura de hasta un metro y medio. Tres meses después, un río de cemento recorre parte de la casa, el moho ha penetrado en la nevera y los azulejos de la pared amenazan con empezar a caerse.
Muchos papeles y pocas soluciones
“Los primeros días llamé a la Policía, que levantó acta, pero a partir de ahí no sé si se ha realizado una denuncia o no”, explica Torres, quien opina que no es su deber comenzar un pleito judicial que únicamente eternizaría el problema: “A los propietarios se les enviaron unas cartas informando de lo sucedido, pero creo que son personas humildes y que quizás no pueden afrontar el coste que supondría la reparación”.
Para frenar el acceso del agua al domicilio, personal de Emmasa aplicó cemento rápido, aunque las aguas sucias se siguen filtrando por diferentes puntos de la casa e incluso por debajo del suelo de la misma. Torres cuenta que desde la empresa mixta le aseguraron que “poco podían hacer” al estar la raíz del problema, las tuberías rotas, ubicadas bajo viviendas privadas”.
A esto se suma que el seguro de hogar contratado no actuará en el interior del domicilio hasta que el problema tenga una solución permanente.
La empresa aseguradora sí se ofreció a facilitarle el pago de las comidas realizadas fuera de su vivienda durante una semana, tras constatar que las humedades le han obligado a quitar la electricidad en la cocina, donde los pocos alimentos que quedan ya se han echado a perder. Una ayuda que, sin embargo, estimó insuficiente ante una situación que se prolonga ya hacia los tres meses.
Torres ha acudido también al Ayuntamiento santacrucero para pedir que actúe en el foco del problema. Después de ser derivado desde el área de Servicio Público a la de Servicio Social, le dieron la posibilidad de concertar una cita con la trabajadora social, aunque la espera, comenta, se prolongaría hasta el próximo 4 de febrero.
Ante esta situación, el deportista sintió que todo se le escapaba de las manos: “Me sentí hundido y me fui al coche y me eché a llorar; estaba destrozado, y fue entonces cuando apareció la concejala de Atención Social, Marta Arocha, a quien le habían contado mi caso”.
Según explicó ayer el afectado, en su propio domicilio, rodeado de la humedad que se trasluce en las paredes y del cemento que cubre el piso desgastado por las inundaciones, Arocha le propuso ayudarle a conseguir la documentación necesaria para pedir al Gobierno de Canarias una vivienda social por cuestiones de urgencia. De hecho, le informaron de que esta misma semana pasará por su casa una aparejadora enviada por el Ayuntamiento para realizar el informe pertinente.
Torres reconoce que conseguir una vivienda es una opción mejor que dormir en su coche, algo que ha valorado en los últimos días tras el informe del área de Sanidad del Consistorio santacrucero, que califica su casa como “espacio habitacional insalubre”, pero aclara que marcharse no es lo ideal: “Esta era la casa de mis abuelos, que luego pasó a mis padres y más tarde heredé yo”.
Deportista de élite
Gilberto Torres fue pionero en el deporte inclusivo en Tenerife, fundó el Club Ademi en 1988 y jugó profesionalmente al baloncesto durante 30 años. Actualmente está en tercera división en tenis de mesa y es la única persona en esta modalidad en silla de ruedas. Cuenta que ahora aprovecha sus entrenos en la Universidad de La Laguna para ducharse, porque hacerlo en su casa se ha vuelto una odisea.
Torres se quedó sin movilidad en las piernas a los cinco años y, actualmente, el cemento que frena de forma parcial las inundaciones en su vivienda obstaculiza también sus movimientos, impidiendo que pueda acceder a varias habitaciones. En su nuevo dormitorio, que ha tenido que trasladar hacia la entrada de su casa, ni el gran calefactor ni el grueso de las mantas consiguen evitar el frío reinante.
Este defensor de los derechos de las personas con discapacidad insiste en que no está buscando culpables, solo tener una vivienda digna: “No considero que lo que esté pidiendo sean migajas, pero ahora mismo lo único que me importa es que lo arreglen y poder quedarme en mi casa”.
Fuente: Diario de Avisos