Imagen de archivo del Centro para personas con discapacidad de Triana. | DA

Los residentes de Triana no cuentan con herramientas cognitivas que les permitan entender por qué se han roto sus rutinas, por qué no ven a sus familias, mientras el asilamiento continúa

El confinamiento no es igual para todos. Los hombres y mujeres con discapacidad que tiene su hogar en la Residencia de Triana, en Los Llanos de Aridane, no cuentan con herramientas cognitivas para dimensionar el aislamiento obligado, la ruptura de sus rutinas de sociabilización y la ausencia temporal de sus familiares en cumplimiento de las medidas sanitarias recogidas en el Real Decreto del estado de alarma y en los protocolos sanitarios del Ministerio y del Gobierno de Canarias. Todos ellos viven estos días una realidad más compleja e intrincada que el resto de los aislados en casa o con restricciones de movimiento. Solo la gestión del equipo de auxiliares, sanitarios, cuidadores y educadores, están permitiendo, con imaginación y un esfuerzo humano loable, mitigar el malestar y el empeoramiento de las conductas ante los efectos de esta nueva vida en la que se han visto inmersos por efecto de un estado de alarma que nunca llegarán a entender.

EL COMPROMISO DE LOS PROFESIONALES DE TRIANA

Los aproximadamente 50 residentes de este centro para personas con discapacidad, dependiente del Cabildo palmero y gestionado por la empresa Clese, tienen dificultades para reubicarse, sin opción de salir a la piscina tal y como hacían cada semana, los paseos por Los Llanos de Aridane, o la visita semanal a sus verdaderos hogares, con sus familias. Ahora están en un espacio físico limitado, que en estos días, y por decisión pautada por la propia dirección del centro, aprovecha los espacios exteriores para crear recorridos y paseos en la construcción de un entorno más abierto que les permita rebajar los niveles de tensión y ansiedad y mantener el equilibrio que evite o al menos intente, el empeoramiento de sus conductas, la angustia por no salir del centro y la ausencia de sus madres y familiares, sus referentes en un mundo que ahora deben volver a reinterpretar.

En paralelo, el esfuerzo que desde una visión optimista les trasmiten sus cuidadores, sus auxiliares y sus sanitarios.

Todo el equipo humano de la Residencia para Personas con Discapacidad de Triana se ha volcado en el cuidado físico y emocional de los usuarios en estos días de enorme dificultad. En esa tarea han adoptado nuevas rutinas haciendo más lúdicos y divertidos los espacios comunes, al tiempo que mantienen el estricto cumplimiento de unos protocolos sanitarios rigurosos en medio de una convivencia donde lo más demandado por los hombres y mujeres que viven en el centro es la atención, el afecto y la empatía. En paralelo dan respuesta, siempre desde un intento por tranquilizar, a padres, madres, hermanos y abuelos, conscientes de la dificultad de esta situación para sus seres más queridos, los hombres y mujeres más vulnerables emocionalmente y en la mayoría de los casos incapaces de entender por qué no pueden ir a casa uno o dos días en semana y por qué mamá no viene.

Fuente: Diario de Avisos